Se denomina prolapso al descenso de uno o más órganos pélvicos a través de la vagina.

Cuando el órgano que desciende es la vejiga se lo denomina cistocele; si es el útero, colpocele; o si se trata del recto, rectocele. Debido a la estrecha relación fascial entre estas estructuras, frecuentemente se presentan de manera combinada.

Los prolapsos son una disfunción silenciosa, debido a que no presentan dolor. El segmento posterior de la vagina no posee tanta sensibilidad como la parte más externa, por lo que la paciente no suele sentir molestia hasta que el prolapso se encuentra en grados avanzados de descenso.

En los primeros grados, el cuadro es asintomático y solo se detecta en controles ginecológicos de rutina.

En fases más avanzadas, la sintomatología es variada y depende del órgano afectado:

  • Cuando el prolapso es de vejiga, puede tenerse la sensación de vaciado incompleto al orinar.
  • En caso de prolapso de recto, la sensación es de dificultad para vaciar la ampolla rectal (es como seguir teniendo ganas luego de la defecación).
  • En caso de prolapso de útero se tiene sensación de pesadez o de bulto en el introito vaginal, que empeora al hacer esfuerzos o al estar mucho tiempo de pie.

En grados más avanzados que requieren cirugía, la rehabilitación es indispensable para lograr la reeducación y prevenir que esas estructuras vuelvan a descender en el futuro.

El tratamiento combina diferentes técnicas como Biofeedback para adquirir conciencia de la musculatura de suelo pélvico, Radiofrecuencia WINBACK intravaginal para tensar las paredes vaginales, Electroestimulación para mejorar el tono muscular y Ejercicios activos en hipopresión.

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Técnicas de abordaje

No invasivas, sin efectos adversos y con resultados efectivos y duraderos.

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