Las disfunciones en la sexualidad femenina se originan por diferentes causas, físicas y emocionales por lo que en todos los casos es recomendable un abordaje global e interdisciplinario.

Cuando hablamos de disfunción sexual femenina, nos referimos a la dificultad -durante cualquier etapa del acto sexual – que le impide a la mujer obtener placer.

La respuesta sexual implica un conjunto de cambios físicos y hormonales experimentados ante el estímulo sexual. Este proceso consta de 4 fases: Deseo, Excitación, Orgasmo y Resolución, y en cada una de ellas pueden presentarse diferentes disfunciones.

  • VAGINISMO: Espasmo de la musculatura de cierre vulvar, que produce dolor o imposibilidad de penetración
  • VULVODINIA: Dolor difuso e inespecífico en la zona vulvar.
  • DISPAREUNIA: Dolor durante las relaciones sexuales.

Con frecuencia, durante el climaterio y la menopausia, uno de los factores que contribuye a la disminución de la actividad sexual es la atrofia vaginal, debido a la disminución de la lubricación y, a una mayor sequedad vaginal. Los signos urogenitales derivados de la atrofia, a diferencia de los síntomas vasomotores, suelen ser progresivos y empeoran con el paso del tiempo.

A su vez, el cese de actividad sexual coital exacerba los cambios atróficos mientras que el mantenimiento de la actividad sexual preserva el epitelio vaginal posiblemente por incremento del flujo sanguíneo.

Es tambien frecuente la aparición de trastornos asociados al deseo y la excitación, y al dolor en el momento de las relaciones sexuales.

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No invasivas, sin efectos adversos y con resultados efectivos y duraderos.

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